De los dispositivos que se llevan encima a los dispositivos que se llevan "dentro"
Los wearables o llevables todavía no han logrado un impacto tan amplio como los smartphones, pero mucha gente está convencida de que va llegar el momento de que así lo sea. Una de estas personas es Hosain Rahman, CEO de Jawbone, quien cree que en el futuro los wearables no irán en nuestras muñecas, sino en nuestro interior(dentro del cuerpo).
Según explicó en una conferencia, su empresa ha invertido una cantidad notable de esfuerzo y dinero en sensores internos que se podrían implantar o ser tragados por el usuario de forma que entrarían en el flujo sanguíneo de la persona recopilando una buena cantidad de información sobre esta.
Además de la obvia utilidad médica, estos sensores podrían jugar un papel fundamental en la llamada Internet de las cosas, y por ejemplo interactuar con el termostato. Si los sensores internos detectan que el cuerpo está frío, podría ordenar de forma automáticamente al termostato que suba la temperatura hasta un punto agradable.
Otra idea de ciencia ficción cada vez más cercana a la realidad
Estos sensores también podrían ayudar a mejorar la seguridad vial. Como explicaba Rahman, los sensores internos podrían detectar el nivel de alcohol en sangre, y si estos son demasiado altos podrían bloquear el coche evitando que se ponga en marcha. No se trata ni mucho menos de una idea nueva, los implantes y los cyborgs llevan décadas en el imaginario colectivo, pero ahora parecen más cerca que nunca de ser una realidad.
Esto da lugar al debate de si estos dispositivos tendrían excesivo control sobre nuestras vidas. Al fin y al cabo un smartphone o un wearable los puedes dejar en casa si no quieres que tengan acceso a tu ubicación, por ejemplo, pero si el dispositivo está flotando en algún lugar de tu sistema circulatorio como en El chip prodigioso o varios milímetros por debajo de la piel, su extracción puede ser bastante incómoda.
Está claro que si algún día este tipo de dispositivos se populariza es porque la gente estará dispuesta a intercambiar ciertos elementos de su intimidad a cambio de las ventajas que ofrezcan.
¿Vivimos en una pesadilla de Orwell?

